Ella es la seguridad de los años. El trabajo. El riesgo. El compromiso. La dignidad. La presencia.

Oírla es escuchar una orquesta. Cada palabra, una nota que parece salir de una caja mágica que guarda todos los ruidos del mundo dentro de su tripa. Cada sonido es una promesa a la vida. Cada silencio, el secreto de alguien que ha vivido mucho y que ha aprendido a mirar con compasión las sombras.

Verla es sentirse junto al fuego, más cerca de los otros, donde empezó todo y se contaban historias para intentar entender los incomprensible.

Dan igual los años, las dificultades, el nombre… pase lo que pase ella es la niña que saca brillo a los zapatos antes de salir a escena. El artesano que lija y barniza cada pieza con cariño. El actor como canal, el vehículo para contar historias.

Gracias a Marcos Ordóñez y Pablo por presentármela hace 15 años en sus memorias.

Y gracias a ella por sus lecciones de interpretación, de profesionalidad y de vida.