La semana pasada la Compañía Nacional de Danza llevó a los Teatros del Canal el controvertido espectáculo dirigido por Jérôme Bel, The show must go on. Había leído críticas de todo tipo, sobre todo malas porque son aquellas que, a nuestro parecer, nos otorgan más criterio. De hecho, una persona pidió que le devolvieran el dinero de la entrada. Madre mía, si pidiera dinero cada vez me defrauda algo en el rasca y gana de la cultura.

A mí, en cambio, me enganchó desde el primer momento; no solo por reivindicar que bailar puede hacerlo cualquiera que tenga ganas, sino porque, ¿para qué va uno a ver un espectáculo? Podemos ir a ver, a admirar lo bien que bailan o actúan quienes están encima del escenario; pero eso lo condena a un arte muerto, narcisista. ¿Cuál es la obligación de una compañía pública? ¿Traer solo un repertorio bonito y correcto o investigar, buscar nuevas corrientes artísticas, llegar a más público, ejercer una labor didáctica sobre el arte y la danza, provocarnos, hacernos vivir?

Como público, yo quiero vibrar, emocionarme, sentir con los intérpretes, disfrutar, salir de allí con la sensación de que algo ha cambiado en mí, que lo he visto me ha modificado, que lo hacían para y por mí. Y como actriz, la experiencia más gratificante y plena es cuando puedo trabajar directamente con el público, con sus ojos, con lo que me dan como si fueran un personaje más, que cada día sea único. Porque el arte, en cualquier disciplina, no es arte si no es una experiencia compartida.

En The show must go on, yo bailé, me reí, me emocioné, me abracé y viví momentos de complicidad en una sala a oscuras con gente a la que no volveré a ver en mi vida. Salí de allí feliz, con más ganas de bailar, con ganas de crear y de que haya más espectáculos así en los que podamos participar desde cualquier lugar. Porque ese abrazo, esos bailes, esas risas, esas heridas e ilusiones compartidas durante hora y media saben mejor que cualquier palmada en la espalda.

 

El video es de la coreografía, pero no se corresponde al espectáculo de los Teatros del Canal.

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